Un vínculo secreto,
entrelaza la lluvia con la soledad. Hasta tal punto que hay días supuestamente
soleados, que se nos ofrecen de lo más nublados y acaban siendo tormentosos.
Tal vez por ello me parecen más míos, si no todo es descaradamente luminoso,
porque el exceso de luz impide en ocasiones ver.
No se trata de deslizarse,
sin más por la melancolía o la tristeza. Ellas podrían ser buenas compañeras,
si no tuvieran esa tendencia a paralizar, a establecerse en la añoranza. Quizá
por eso Tennessee Williams tituló esa breve pieza de un alma sola 'Háblame como
la lluvia y déjame escuchar'.
Ángel Gabilondo
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