En la calle Caracas vivía un hombre que amaba a una
rubia. Pero ella lo despreciaba enteramente. Unas cuadras mas abajo dos
morochas se morían por el hombre y se le ofrecían ante su puerta. El las
rechazaba honestamente. El amor depara dos máximas adversidades de opuesto
signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar. El
hombre de la calle Caracas padeció ambas desgracias al mismo tiempo y murió una
mañana ante el llanto de las morochas y la indiferencia de la rubia.
Alejandro Dolina
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