
Su obra, que parte de la angustia metafísica para desembocar
en lo social y testimonial, es una de las más importantes de la lírica de
posguerra, y un ejemplo del llamado "exilio interior" que caracterizó
a buena parte de la resistencia contra el franquismo ejercida desde la propia
España.
Tuvo varias etapas a lo largo del desarrollo de su obra,
desde la religiosidad que impregnaba sus primeros escritos, pasando por el
existencialismo y la etapa social.
En el
principio
Si he perdido
la vida, el tiempo, todo
lo que tiré,
como un anillo, al agua,
si he perdido
la voz en la maleza,
me queda la
palabra.
Si he sufrido
la sed, el hambre, todo
lo que era mío
y resultó ser nada,
si he segado
las sombras en silencio,
me queda la
palabra.
Si abrí los
labios para ver el rostro
puro y
terrible de mi patria,
si abrí los
labios hasta desgarrármelos,
me queda la
palabra.
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