24 may 2012

Para un balance...


(...) Aposté mi destino en cada encrucijada del azar al misterio mayor,
a esa carta secreta que rozaba los pies de las altas aventuras en el portal de la leyenda.
Para llegar allí había que pasar por el fondo del alma;
había que internarse por pantanos en los que chapotean la muerte y la locura,
por espejismos ávidos como catacumbas y túneles abiertos a la cerrazón;
había que trasponer fisuras como heridas que a veces comunican con la eternidad.
No preservé mi casa ni mis ropas ni mi piel ni mis ojos.
Los expuse a la sanción feroz de los guardianes en los lindes del mundo,
a cambio de aquel paso más allá en los abismos del amor,
de un eco de palabras sólo reconocibles en el abecedario de los sueños
de una inmersión a medias en las aguas heladas que roen el umbral de la otra orilla.
Si ahora miro hacia atrás,
veo que mis pisadas no dejaron huellas fosforescentes en la arena.
Mi recorrido es una ráfaga gris en los desvanes de la niebla,
apenas un reguero de sal bajo la lluvia, un vuelo entre bandadas extranjeras.
Pero aún estoy aquí, sosteniendo mi apuesta,
siempre a todo o a nada, siempre como si fuera el penúltimo día de los siglos.
Tal vez haya ganado por la medida de la luz que te alumbra,
por la fuerza voraz con que me absorbe a veces un reino nunca visto y ya vivido,
por la señal de gracia incomparable que transforma en milagro cada posible pérdida.

Olga Orozco – Nº 17 de “La Noche a la Deriva”


(A vos que la estas descubriendo)

0 descorrieron el telón:

Publicar un comentario