Si me dijeran que pidiese un deseo, a diferencia del trovador, no
pretendería nubes... quisiera en cambio, una hora de tu tiempo.
Como quien dice sesenta minutos de tu
atención y dos medias horas de todas las que tiene tu día.
Que haría con ellas? Sería todo un
desafío! Pero qué mundano placer el saber que tengo en mis manos, el
matemático recuento de un café en un barcito cualquiera, el alquiler del banco de
la plaza o por qué no, el improvisado almuerzo que ninguna esperaba...
El problema es que los deseos no se
piden y casi ningún genio de botella está dispuesto a cumplirlos; sólo hay
meros mortales considerando si deben preguntar, como hacerle saber al otro que
desean conocerlos más, cual es la mejor manera de decir simplemente, a esta
hora y en este momento estoy pensado en vos, en compartir sólo una hora de tu
tiempo... despues de todo, por algún lugar se empieza.
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