20 abr 2012

Galeano/Etchegoyen: Abrazos y muerte

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje,
 a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto,
nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor,
lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele.
Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo,
que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza.
Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace…
 

 En tiempos de encuentro y de abrazos, la lucha por aquello en que creemos nos arrebata a pedazos las mezquinas certezas cotidianas y nos arroja impiadosa al universo de la incertidumbre.

Se requiere el valor que a veces falta, y resulta imprescindible la cercanía de los que comparten nuestros sueños.


Porque el encuentro en el abrazo con los otros, nos devuelve siempre renacidos, apostamos a la vida aunque nos rompa una y mil veces en pequeñas muertes necesarias.




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