12 dic 2013

No es una guía actualizada de suicidios.



La vida es una montaña rusa. A veces lenta, a veces rápida, a veces subiendo, a veces bajando, a veces ninguna de la dos. El juego de la vida consiste en controlar esos rieles para tratar de que no vayan en bajada. Estudiar, trabajar, salir, conocer gente, crecer, casarse, tener hijos. Nada de eso es fácil. Una de las cosas que hace difícil la vida, en mi opinión, es la relación con las personas. Hay días que quisiera estar de acuerdo con todos, no ser tan sensible, ser más flexible, no tener diferencias, o simplemente no sentir o no tener que relacionarme con nadie. Suena a cosa de ermitaños ¿No? Pero, naturalmente no puedo. Si lo pienso mejor, no quiero. El sistema tampoco me deja y mi vida sería más difícil, paradójicamente.

Siempre estamos dependiendo de algo y por lo tanto de alguien. La autosuficiencia es una utopía y más en estos tiempos. Norberto Chaves dice: “Se ha universalizado el “prêt-á-porter” [...] el individuo ya no tiene que molestarse en producir nada; su actividad se limita, en el mejor de los casos, a escoger.” Y es así, siempre estamos necesitando de alguien, aunque sólo sea para escucharnos.
 
Wilson, de la película "Naufrago".-

Relacionarse y no tener diferencias también es una utopía. Algo está mal cuando no hay diferencias. Las relaciones perfectas son aquellas sinceras y en donde nos sentimos libres. Libres para expresar nuestros gustos y preferencias, nuestras reacciones, lo que pensamos, lo que sentimos. La confianza, la sinceridad, el respeto y la solidaridad son elementos importantes para que la cosa fluya.

Me he decepcionado cuando alguien que quiero traspasa esta línea. Cuando las cosas nos importan duelen más las heridas. Una amiga me decía que cuando a uno le gusta alguien deja de ser espontánea y calcula cada cosa, porque es una forma de escudo para que no duela tanto si la otra persona no actúa como uno espera o quiere. Lo ideal sería que siendo espontáneos podamos controlar la decepción, lo que llaman inteligencia emocional. ¡Que mierda!

Se necesita mucha grandeza y consciencia para despojarnos de algo que nos hace tan humanos como son los sentimientos. Tampoco es algo imposible. A los pocos se aprende a racionalizar y racionar lo que sentimos. Desafortunadamente (o no) la vida nos va haciendo cada vez menos espontáneos. Como si tuviéramos más miedo. Después de tanto caer, ya uno no quiere rasparse las rodillas.

Tengo, en un cuaderno que compré hace unos meses, un texto de Medina que me gusta y que leo como un mantra cuando estoy dando más de lo necesario. Dice así: “Cuando das más de lo que recibes, arriesgas el pellejo y luego no debes llamarte a engaños. Esto no significa que no debas amar. No es una guía actualizada de suicidios. Es sólo alguien que aprendió a ir despacio. Confiar es el peor crimen y el camino más fácil hacia el infierno. Esto no significa que no puedas confiar. Es sólo alguien a quien le partieron el corazón demasiadas veces en una misma noche”.

La vida parece más fácil cuando llevamos estos escudos, cuando vamos más lento y nos olvidamos de ser espontáneos. Mis rodillas tienen muchas marcas y cicatrices, pero eso es mejor que quedarme parada o tirarme del carrito de la montaña rusa. No quiero volverme una persona que calcule el número de abrazos y besos. ¿Qué ganamos quedándonos adentro cuando allá afuera hay un carnaval?
  
                                                                                Matina Martina.



Y como bien dicen, la imitación es la mejor forma de admiración… por supuesto no haré mía esta entrada que una vez más encontré en el Blog de Matina y quise compartir, no solo porque lo sienta cercano, sino verdadero.


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