La rayuela se juega
con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato.
Ingredientes: una
acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de
colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar
con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del
dibujo.
Poco a poco, sin
embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes
casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco
usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el
Cielo, hasta entrar en el Cielo, (Et tous nos amours, sollozó Emmanuèle boca
abajo), lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido
a remontar la piedrita hasta el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae
en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación de otro
Cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la
infancia (Je n’oublierai pas le temps des cérises, pataleó Emmanuèle en el
suelo) se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una
piedrita y la punta de un zapato.
Rayuela, Cap.: 36.
- Julio Cortazar.
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