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Artista: Erika Kuhn |
"De dónde le vendría la costumbre de andar siempre
con piolines en los bolsillos, de juntar hilos de colores y meterlos entre las
páginas de los libros, de fabricar toda clase de figuras con esas cosas y goma
tragacantos. Mientras arrollaba un piolín negro al picaporte, Oliveira se
preguntó si la fragilidad de los hilos no le daba algo así como una perversa
satisfacción, , y convino en que
maybe peut-être y quién te dice. Lo único seguro era que los piolines y los
hilos lo alegraban, que nada le parecía más aleccionante que armar por ejemplo
un gigantesco dodecaedro transparente, tarea de muchas horas y mucha
complicación, para después acercarle un fósforo y ver cómo una llamita de nada
iba y venía mientras Gekrepten se-re-tor-cía-las-manos y decía que era una vergüenza
quemar algo tan bonito. Difícil explicarle que cuanto más frágil y perecedero
el armazón, más libertad para hacerlo y deshacerlo. Los hilos le parecían a
Oliveira el único material justificable para sus inventos, y sólo de cuando en
cuando, si lo encontraba en la calle, se animaba a usar un pedazo de alambre o
algún fleje. Le gustaba que todo lo que hacía estuviera lo más lleno posible de
espacio libre, y que el aire entrara y saliera, y sobre todo que saliera; cosas
parecidas le ocurrían con los libros, las mujeres y las obligaciones, y no
pretendía que Gekrepten o el cardenal primado entendieran esas fiestas.